COLUMNAS DEL TERCER MILENIO
  TRASCENDER EN EL PRÓJIMO
 
Reseña Bibliográfica (21)                                      julio/2010
 
 
Rodrigo, Mendirichaga. Transcender en el prójimo: Carlos Canseco. México, Castillo, 1996. 194 p.
Armando Castillo Romero
 
"La perseverancia es la virtud por la cual todas las otras virtudes dan su fruto."
-Arturo Graf
 
            Don Carlos Canseco es una referencia moral y práctica para todos los rotarios del mundo, y muy especialmente para los rotarios mexicanos.




 
            De linajes liberales, el primer Canseco (Alonso de Canseco) proveniente de Sevilla, piso Oaxaca allá por 1540.

El ingeniero de minas don Manuel María Canseco, abuelo de don Carlos Canseco González, vivió las revueltas existentes en nuestra prematura construcción política del México deseable en términos político-sociales.

            Las inquietudes del abuelo lo llevarían a tener como tutor a don Benito Juárez, quien posteriormente, ya instalado el gobierno en San Luis Potosí por las ambiciones de Napoleón III, le pediría que fuera a Tamaulipas como su representante, para reportarle la actitud de la gente ante la intervención.

            Con este viaje repentino, afirma Mendirichaga: “Empezarían los Canseco tamaulipecos”.
           
             “Muerto el ingenuo emperador y restaurada la república, volvió a la responsabilidad que se le había encomendado, en la que se incluyó la desamortización de los bienes de la iglesia.

            La tarea le ocuparía en largas y engorrosas entrevistas con funcionarios del gobierno político y de la diócesis de Monterrey, a la cual todavía correspondía el territorio tamaulipeco, pues la diócesis de Ciudad Victoria se constituiría hasta 1873”.

            En este trabajo temporal, inducido por Benito Juárez, don Manuel María Canseco combinaría el trabajo y el amor pues a la edad de veintiséis años uniría su vida con doña Josefa González Muñiz, hija de “buena familia” y recatado trato.

            Personalidades y afinidades.
            Nos comenta el autor Rodrigo Mendirichaga lo siguiente: “El coronel Manuel González, hijo del ex presidente, el general del mismo nombre, llegó a Ciudad Victoria y consultó a su amigo Aurelio Collado quién era el hombre más honrado de la ciudad; y Collado respondió que no había nadie tan decente como Manuel María Canseco.

            Manuel González hijo necesitaba un colaborador de total confianza para que administrará sus haciendas”.

            Con el tiempo la relación, que inició siendo laboral, iría gestando también una sincera amistad que con los años llevaría al encuentro y vinculación matrimonial entre sus hijos Carlos y Esperanza. Carlos Canseco padre, duodécimo hijo del productivo Manuel María Canseco, nació en 1889.

            Entre alzamientos revolucionarios, a finales de 1912, el nuevo doctor Carlos Canseco concluía sus estudios.

            Decidió ir a Tampico a ejercer la profesión. Con el trascurrir del tiempo, los aciertos en el ejercicio profesional empezaron a consolidar un prestigio y… un amor, ya que volvería a coincidir con la señorita Esperanza González Fernández, nieta del ex presidente general Manuel González, con quien se casaría a la edad de 29 años. Ella, renunció a las comodidades de su posición económica y emprendió la aventura del amor.

            A pesar de que la revolución no concluía, en todo el territorio nacional la gente ya había aprendido a distinguir los diferentes niveles de las crisis revolucionarias. La vida continuaba.

            Continúo con tal regularidad que el matrimonio Canseco-González vio nacer a su primogénito el 17 de marzo de 1921. Había nacido Carlos Canseco hijo.

            Los primeros años de Carlos Canseco transcurrieron con la mayor normalidad posible. A los 12 años para Carlos terminarían los estudios primarios y las ingenuidades. Entre problemas tanto climáticos como financieros, éstos por el crack del 29 en Nueva York, la familia Canseco González  resintió una disminución en su nivel de vida, lo que le inculcaría a todos, pero especialmente a Carlos, un espíritu emprendedor.

            A la edad de 18 años, en 1939, Carlos Canseco emprendió camino a la ciudad de México para hacerse médico. Se barrunta que influyó la figura del padre, pero no su palabra o sugerencia.

            Ya en la capital del país, fue un estudiante dedicado y perspicaz. Participo en la política universitaria, primero como miembro de la Junta de su escuela, y posteriormente como conejo, como se les conocía a los militantes católicos que se involucraban en los grupos decisorios de la Universidad.

         
            A la edad de 23 años, Carlos Canseco había terminado sus estudios. Realizó su servicio social en Altamira, a 20 kilómetros de Tampico.

            Aunque en vacaciones auxiliaba a su señor padre, primero como instrumentista, y posteriormente, como primer ayudante, fue en Altamira donde dio sus primeros pasos como médico por si solo.

            Con pocos medicamentos y algunos instrumentos médicos, el joven médico curaba a los lugareños tanto de enfermedades comunes como de asma. Ésta era tratada, con lo único que entonces se tenía, calcio eufilínico, que después sería un medicamento de primer orden de aquel padecimiento angustioso.

            Carlos Canseco, en 1944, ya era médico, cirujano y partero.

            Para entonces ya tenía el camino decidido. Se dedicaría a la cirugía. Sin embargo…

            En una charla con el padre, a quien tenía como un consejero fiable y un amigo por excelencia, cambio de intereses médicos y eligió ser alergólogo.

            El asma era una enfermedad muy común en Tampico; era poco estudiada en México; y menos aún había médicos competentes que la combatieran.

            Tiempo después de haber tomado está decisión, el padre de Carlos Canseco moriría a causa de un infarto.

            El joven médico tendría que hacer camino al andar.

            Si bien heredaría los pacientes de su señor padre, quienes le tenían en un alto concepto, sus intereses médicos iban a la par de sus intereses sentimentales, ya que a la edad de 25 años iría en compañía de su señora madre a pedir a la novia de juventud, María Aurora, en matrimonio. Carlos y Aurora se conocieron cuando ella vivía en Tampico por necesidades laborales de su familia quienes eran oriundos de Monterrey.

            Monterrey sería su destino.
  
            Al respecto nos comenta Mendirichaga: “El matrimonio Canseco vivió en Tampico menos de un año, pues en febrero de 1948 decidieron radicar en Monterrey.

            Le animaba Monterrey porque percibía, por su dimensión como ciudad, un panorama más interesante de desarrollo profesional; también porque ahí radicaban varios de sus mejores amigos de la Escuela de Medicina, además, porque intentaba llevar a la ciudad la medicina de tercer nivel, la de la especialización.

            Los Canseco dejaban Tampico para siempre como destino.

            Ya en Monterrey, con visión y perseverancia, Carlos Canseco a los 28 años atendía una importante consulta privada como alergista, había obtenido la apertura de la cátedra de alergología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nuevo León y empezaba una nueva y larga faceta de actividad profesional, educador”.

            Rotario… ¡por sorpresa!

            Nos comenta el autor que en cierta ocasión Carlos Canseco fue invitado por uno de sus pacientes de nombre Gustavo González a una sesión del Club Rotario Monterrey, donde iniciada la sesión el presidente, con sus bigotes porfirianos hizo este peculiar anuncio:

            -Hoy tendremos el gusto de recibir a un nuevo socio -solemnizo Salas y López-: el doctor Carlos Canseco.
 El aludido se dirigió por lo bajo a su amigo:
-¿Qué pasa, Gustavo?
-El amigo se rió.
-Sí, sí vas a entrar al club.
-¿Ya?
Las miradas se fijaban en la mesa ocupada por Canseco, y éste sonrió débilmente.
-Volvió al amigo:
-Por qué no me dijiste...        
            -Ni modo, ya te aceptaron.
           
El doctor Carlos Canseco tenía 28 años, y el más joven de los socios del club era Abiel Treviño, 12 años mayor que él.

            La voz educada del presidente explicó:
            -El doctor Carlos Canseco ha sido invitado porque ha sabido distinguirse en su profesión.

            Mientras tanto el nuevo socio pensaba: “Esto me compromete… si me he ganado la estimación de esta gente, tengo que responder”.

            El 18 de enero de 1950 Carlos Canseco ya era rotario.

            Canseco había aceptado el ingreso al Club para hacer algo, pensaba consigo mismo. No vengo a estar aquí sentado, insistía en su pensamiento.

            Su primer puesto como rotario fue como asistente del secretario; dos años después alcanzaría la titularidad.

            Carlos Canseco siempre afirmaría que se quedo en Rotary y continúo su carrera en el Club por la primera impresión que tuvo del gobernador rotario.

            Gobernador de gran personalidad y también con sentido del humor.

            He aquí la anécdota:
            El novel secretario le pregunto algún día:
            -¿Qué se necesita para llegar a gobernador?
            -Tener ocho hijos – le contestó el fecundo padre.
            Entonces Canseco tenía solamente cuatro.
            No sabía que cuando llegase a gobernador en 1959 ya tendría ocho hijos, cumpliéndose el “consejo” de su admirado amigo.

Al llegar a la gubernatura rotaria, Canseco minimizaría su dignidad rotaria comentando:
-No seré el mejor gobernador, pero sí el más prolífico.
Y el humor generado en la abundancia de la prole no tendría límite, pues cuando el matrimonio Canseco recibió dos hijos más, los compañeros le hacían la broma:
-Si eran ocho hijos los que necesitabas para ser gobernador rotario, por qué tuviste diez.
-Bueno, ocho los hicimos por Rotary… y dos por mi cuenta.

Mientras don Carlos Canseco contribuía a acrecentar la especie humana, también se interesaba en asuntos deportivos.

A pesar de ser una plaza netamente beisbolera, Carlos Canseco promovió la formación de la Asociación Deportiva de Monterrey, futuro club Monterrey, que ascendería a la 1ª División en 1956. Este logro no estuvo exento de obstáculos económicos ni organizativos.

Cinco años después de haber ingresado al Club Rotario, la Asamblea eligió como presidente al doctor Carlos Canseco.

El autor del libro nos relata otra anécdota, que seguro recabo durante una de sus entrevistas con el propio Canseco:

“Inicio su presidencia con tres propósitos.
Lo primero fue empezar las sesiones a la hora prevista y anunciada. El primer miércoles de julio, el presidente y su secretario, Rafael Fernández Ruiloba, iniciaron la sesión a las doce y media en punto, ni antes ni después. Solamente estaban ellos dos.

Canseco llamó al jefe de meseros.
-Traigamos, por favor, la comida.
El capitán abrió un poco más los ojos. Asintió inseguro. Luego, miró rápidamente el salón. Nadie.
-Sí, a nosotros – insistió amablemente.
-Bien, doctor.
-A los que vayan llegando no empiece a servirles desde el principio, sino el platillo correspondiente; ¿está bien?
La orden era inédita para él, pero la cumpliría.

Unos socios llegaron con un ligero retraso y se les sirvió la sopa, pero otros vieron con asombro que empezaban en el guisado y, los menos, pensaron por un instante que les estaban corriendo una broma al alimentarlos solamente con el postre. Los comentarios entre los socios fueron subiendo de volumen.

El presidente aplicó con decisión y moderación el mazo a la campana.

Luego de dos o tres toques, reinó el silencio.

El doctor Canseco, con voz firme pero amable se dirigió a sus colegas.
-Señores, aquí vamos a tener orden. Para que una organización como Rotary mantenga su prestigio y atraiga gente, lo primero que debe tener es puntualidad -los dejo brevemente asimilar la indicación, qué no regaño; enseguida, el argumento que a todos convenía-: si empezamos tarde, saldremos tarde.

Tras practicar el mismo procedimiento durante un mes, los socios empezaron a llegar antes de la hora de inicio.

El segundo propósito fue aumentar el número de socios. También en esto el plan fue sencillo y práctico. Inicialmente recordó a los colegas que esa siempre había sido preocupación y ocupación de los Clubes Rotarios. Luego, la estrategia: organizaron equipos de cinco socios con el compromiso de llevar cada grupo una solicitud. Como el Club tenía cien socios, se recibieron pronto veinte solicitudes, fueron estudiados los candidatos y se aprobaron diez, con lo cual en su presidencia el aumento de socios fue de 10 por ciento.  

El tercer propósito se refirió a obras de beneficio comunitario. Durante su presidencia se reforzaron todos los proyectos pendientes y se promovieron nuevos en beneficio de la sociedad”.

Rodrigo, Mendirichaga nos habla de los usos y costumbres rotarias:
“Al final de la década de los años cincuenta en México había cinco distritos rotarios y el que correspondía a Monterrey era el Distrito 413.

Para la elección del gobernador del distrito se había acostumbrado un pacto de caballeros: generalmente se alternaban los gobernadores del norte y del sur. En la región que le correspondiese se presentaban uno o más candidatos.

Para la gubernatura del año 1959, que le correspondía a la zona norte del distrito, se presentó solamente un candidato, el doctor Carlos Canseco. Dada la tradición de aquellos procesos, de hecho era una elección resuelta a su favor. Sin embargo…

Días antes de la elección, sorpresivamente se presento un candidato del Club de la Ciudad de México, rompiendo con ello las reglas no escritas de alternancia”.

De acuerdo a las políticas rotarias, de aquel entonces, cada club tenía derecho a un voto por cada 25 socios, por lo que el triunfo de la candidatura de Carlos Canseco se veía más que lejano. Sorpresivamente, al realizar el conteo de los sufragios, el Dr. Carlos Canseco había triunfado por un voto. Era el gobernador rotario del Distrito 413. 

Con tal responsabilidad a cuestas, el Dr. Canseco viajo por muchas regiones totalmente desconocidas para él, lo que le permitió ampliar una visión de la realidad nacional y, lo más importante, el conocimiento de sus compatriotas.

Poco a poco el doctor Carlos Canseco fue adquiriendo una dimensión muy respetable en el mundo rotario. Sus dotes como organizador y promotor fueron apreciadas tanto a nivel nacional como internacionalmente.

El autor nos cuenta otra sobresaliente experiencia del Dr. Canseco:
“Para los 30 distritos que había en América Latina, en 1961, se eligieron en esa ocasión a un portorriqueño, un brasileño y al mexicano Carlos Canseco como instructores. El discurso del día final le fue encomendado a él.

En 1963 se le presentó la oportunidad de representar al presidente internacional, el hindú Nitish Laharry, quien lo invitó para que presidiese conferencias en Colombia y Ecuador. Era lo habitual.

Esta primera experiencia fue un reto a la diplomacia de Canseco. Se celebraría en Pereira, Colombia; el novel representante estuvo dos días en Bogotá visitando clubes y notó un ambiente tenso, pero nadie le informaba de algo anormal.

Ya en el hotel, le preguntó al gobernador qué sucedía.

-El obispo Restrepo decretó la ex comunión a quienes asistamos a la Conferencia. 
  
El obispo asociaba el rotarismo con la masonería. La religión católica era entonces religión de Estado, el país tenía una mayoría casi absoluta de católicos y los rotarios colombianos lo eran, el obispo tenía una gran personalidad y el respeto de los fieles, así que los rotarios colombianos estaban cercanos a la histeria.

            -¿Ustedes le han explicado al obispo la misión de Rotary?... que respetamos todas las religiones y no somos masones. Tengo más de diez años en Rotary y nadie me ha hablado de la masonería ni me han pedido que me afilie a ella… incluso para poder representar al presidente internacional de Rotary.

-Pues, sí, es nuestra situación también.
            -Bueno, por qué no buscan una entrevista con el obispo.
            -Imposible: el obispo no quiere recibir a ningún rotario.
            -¿Pero ni siquiera vamos a tocar la puerta? Si no nos recibe, me regreso y no hay Conferencia. No es posible que ustedes entren en conflicto con la iglesia siendo católicos.
            ¿Podría un mexicano prácticamente desconocido en Colombia cambiar las reglas de la convivencia en aquel país? Se gestionó la entrevista y el prelado accedió. Asistió el representante del presidente internacional rotario, acompañado de algunos compañeros colombianos.

            La conversación no prosperó por interminables minutos. Canseco tuvo, de repente, una idea para distensionar la reunión.

            La estrategia consistió en contar un chiste mexicano relacionado con el Infierno Mexicano, mismo que relajo el encuentro, roto el hielo, el representante rotario le explicó brevemente los principios del club, por qué organizaba conferencias así como la importancia del rotarismo en Colombia y que la presencia del prelado en la ceremonia inaugural sería muy importante en la inauguración de la Conferencia.

-Señor- decidió solemnemente el obispo-, mañana les acompaño en la apertura.
            En la ceremonia habló el obispo y también Canseco quien, aun siendo representante internacional, se permitió una referencia nacionalista al señalar que en México la religión católica no era oficial, ‘pero si lo es en el corazón de los mexicanos’.

            Una salva de aplausos y el obispo Restrepo se retiro satisfecho. La reunión había sido todo un éxito de principio a fin”.

            Para Carlos Canseco uno de los medios que garantiza el éxito de las tareas de Rotary es que es una agrupación de personas educadas profesionalmente, lo que facilita el trato con los similares de otras latitudes.

            En este tenor, Carlos Canseco fue nombrado director en 1968. Nueva experiencia. Formaba parte de un cuerpo de 17 directores del organismo internacional. Los directores toman las decisiones que Rotary Internacional propone.

            Durante este periodo fueron creados los clubes Rotaract, que agrupaban a jóvenes de 18 a 28 años, donde se preparan para ser ciudadanos y, potencialmente, futuros rotarios.

            En 1972, el Dr. Carlos Canseco fue nombrado cherman para la Convención de Houston. El cargo era muy importante y, por primera vez, se otorgaba a un socio no norteamericano.

            Mientras tanto, su vida profesional proseguía en Monterrey.

            Monterrey padecía entonces durante sus tórridos veranos hasta de unos 500 casos de poliomielitis anuales. En 1972, el ministro de salud de México, doctor Jorge Jiménez con una visión inusual para su tiempo, instituyo los días nacionales de vacunación contra la polio, atacando el mal de manera vertical, esto es, vacunando a los niños menores de 5 años en un lapso no mayor de una semana, durante 4 años consecutivos, en lugar del programa ampliado de inmunización que lo hacían de manera horizontal, es decir, ofreciéndolo a libre decisión, dejando a la madre la responsabilidad de llevar a sus hijos a vacunar.

            En febrero, bajo la supervisión del doctor Carlos Canseco, se realizó en Monterrey el primer programa vertical contra la polio que se registraba en la historia de la medicina en América Latina. México controlo la enfermedad con 0.8 casos de polio paralitica por millón de habitantes.

            En esta lucha contra la polio, primero en Monterrey, y posteriormente en el mundo, el Dr. Canseco recibió el apoyo fraterno del doctor Albert Sabin, quien había aportado al combate a la terrible enfermedad la vacuna de un virus atenuado, que se administra por la misma vía que el virus llega al organismo.

            El primer encuentro fue áspero, por el carácter de ambos, pero una vez que se identificaron como rotarios pasaron del encono a la simpatía en segundos.
            Los años pasaban. Llego el día.

El 12 de septiembre de 1982, una vez sorteado cierta burocracia rotaria, le fue notificado al Dr. Carlos Canseco que sería el candidato oficial para presidir Rotary Internacional para el período 84-85.

Hace 30 años que había ingresado a Rotary y aquella afiliación era parte de su personalidad, de su pasado, de su presente y del futuro.
El Dr. Carlos debió dejar sus cargos públicos y así poder dedicarse de tiempo completo a su responsabilidad internacional, de donde promovería su mayor herencia al Rotarismo: el programa Polio-Plus.

En los últimos capítulos de Transcender en el prójimo: Carlos Canseco, Rodrigo, Mendirichaga nos hace saber: “Al momento de aceptar la nueva responsabilidad era miembro del Comité 3H de Rotary, conocido en castellano como Salud, Nutrición y Bienestar Social.
Esa magnífica ayuda humanitaria, comentaba el Dr. Canseco, se está realizando sin que haya un programa perfectamente establecido. 
Debemos tener objetivos que se puedan tabular”.

Lo que llegaría a ser el programa Polio-Plus tendría que esquivar resistencias internacionales, especialmente de los Organismos globales que solo se entendían con instituciones públicas de salud y no con organismos de servicio como Rotary. Los primeros encuentros multilaterales estuvieron llenos de fracasos, pero el Dr. Canseco no desistió.
De manera paralela, el presidente internacional Dr. Carlos Canseco tenía que convencer a la Fundación Rotary de las bondades de su proyecto, para que éste contara con presupuesto y así las intenciones pasarán a acciones concretas.

Finalmente el proyecto había sido aceptado como el primero y único programa corporativo de Rotary Internacional.

Rotary había aceptado el reto de erradicar la poliomielitis a nivel mundial.
El 29 de enero de 1985, en compañía de los doctores Sabin y Sever, el presidente internacional de Rotary, Dr. Carlos Canseco, mexicano de nacimiento, anunciaba al mundo que Rotary se comprometía a ayudar a controlar la poliomielitis.

El plan de acción era para el presente y hasta el año 2005:

1.- Rotary suministraría todas las vacunas contra la poliomielitis que sean necesarias hasta por cinco años consecutivos, a todo programa de inmunización ya sea de carácter urbano, estatal, nacional o regional.

2.- Rotary pondrá a disposición de cualquier país en vías de desarrollo, a invitación del mismo, un equipo de expertos que asesoren en el estudio, planeación, ejecución y evaluación de un plan para el período anual dedicado a la inmunización contra la polio.

El presidente internacional escogió Paraguay para que fuera el primer país que realizará los días nacionales de vacunación con la colaboración de Rotary.

La experiencia de Paraguay se consideró programa piloto en el que se demostró que la comunidad manifestaba gran interés y participación cuando una institución con el prestigio internacional de Rotary lo apoyaba.

El lema del Programa Polio-Plus, sería: “Dona un dólar y ocho niños no tendrán polio”.


El mundo rotario se conmovió y se convenció. La comunidad rotaria internacional se volcó hacia el Programa Polio-Plus, primero, porque estaban sensibilizados para ofrecer ayuda, y segundo, porque creían en la convicción rotaria del Dr. Carlos Canseco.

“Dona un dólar” llegó a reunir 240 millones de dólares que ayudaron a sostener económicamente el Programa.

El Programa Polio-Plus se implemento en México, con la colaboración del Gobierno del Presidente Miguel de la Madrid, el sábado 18 de enero de 1986 y aquel día se inmunizaron 13 millones de niños, lo que demostró a la Organización Mundial de la Salud el poder de movilización social de los rotarios del mundo.

Con el tiempo la Organización Mundial de la Salud tomó en serio a Rotary.

El Programa Polio-Plus, a la mitad de la década de los años noventa, llegaría a aplicarse en 147 países. Se había inmunizado unos mil millones de niños, lo que significaba mil millones de dosis aportadas por Rotary Internacional.

El hermano país de Cuba también se vio beneficiado.

Rotary, aprobó la petición de Cuba, y sorteando las diferencias entre el gobierno cubano y el gobierno de los Estados Unidos llevo el Programa Polio-Plus a la isla.
El amor al prójimo no había quedado solo en palabras. Es cuanto.▲
 
           
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            Este libro fue patrocinado en el año de 1996 por el Club Rotario del Valle. Distrito 4130 de Monterrey, N.L. México.

            En vida el Doctor Carlos Canseco conoció su contenido. Murió el 14 de enero de 2009, a la edad de 87 años.

 
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