COLUMNAS DEL TERCER MILENIO
  EL CURA HIDALGO
 
Reseña Bibliográfica (24)                                        agosto/2010
 
Armando Castillo Romero
 
 
Taibo II, Paco Ignacio. El cura Hidalgo y sus amigos: 53 viñetas de la guerra de Independencia. 1ª. ed. México, Ediciones B, 2007. 180 p. Col. Zeta-Bolsillo. Ensayo-Historia
 
 
“A Josefina, linda niña indígena, de ojos vivarachos con la que coincidí en el metro”




             
 
            En una librería de ocasión, con motivo de los “festejos” del Bicentenario, encontré: El cura Hidalgo y sus amigos: 53 viñetas de la guerra de Independencia,de Paco Ignacio Taibo II.
 
            El estilo irónico, pero no por ello falto de rigor, de Paco Ignacio nos acerca a una lectura tanto de acontecimientos como de personajes históricos de la independencia de México de una manera amena, seria y reivindicativa.
 
            No es, ni buscaba serlo, una historia de la Independencia Mexicana, son tan solo, historias breves realizadas sin solemnidad pero con mucho respeto.  
   
            Las viñetas, en promedio, abarcan dos cuartillas, lo que nos permite apreciar 53 de una magnifica factura. “Si es breve y es bueno, es doblemente bueno”.
 
            La elaboración de estas viñetas antecedieron, y con mucho, los “festejos” patrios. Al contrario, su creación, al decir del autor, tenían como propósito ser material utilizable en una serie de conferencias en los campamentos contra el fraude electoral del verano de 2006.  
 
            Los que hemos leído a Paco Ignacio Taibo II, sabemos que es un “rebelde” con causas, razones y corazón infatigable.
 
            Su sentido de la realidad, su sentido del humor, su ser todo; no se aleja ni un milímetro de las causas sociales, pasadas o presentes, que hay que reclamar.
 
            Sus interrogantes plasmadas en el libro así lo demuestran: “¿Puede acercarse uno a la historia sin buscar la identificación del presente en el pasado, la continuidad de las voluntades o la herencia?
            Yo no puedo”.
 
            “Peligroso recuperar el sentido de palabras que se han ido vaciando de contenido, como patria, heroísmo. Palabras que suenan asociadas a la cursilería y a la demagogia
 
            Si aquellos nos dieron patria, ¿quiénes luego nos la quitaron?”
 
  
 
            El libro es, por su origen y el público receptor inicial, un conjunto de anécdotas y datos poco conocidos por el pueblo mexicano que se empeña en convertirse en ciudadanía.
 
            Sin dejar de ser un universitario comprometido con el análisis y la deliberación, PI nos plasma sus reflexiones y datos como algo “cotidiano”, “que ya paso”, sin dejar de remarcar que el “pasado”, sus causas, sus consecuencias, están ¡más presentes que nunca!    
             
            Del “Padre de la Patria”, Miguel Hidalgo, realza su perseverancia dentro de las universidades católicas (las únicas existentes) su afán de aprendizaje y su “vicio” por las lecturas de escritores franceses como Voltaire o Diderot.
 
            Para PI la Conspiración de Querétaro era un hecho imposible que se volvió posible… “Era un grupo de hombres y mujeres con pocas artes en el asunto de conspirar. El centro parecía estar en el salón queretano de los Domínguez, donde el pusilánime corregidor controlaba el radicalismo de su esposa, Josefa. Muy en la periferia del complot se encontraba un cura de pueblo, el de Dolores, avejentado (sólo tenía 57 años), Miguel Hidalgo.   
          
            La verdad es que era la conspiración más condenada al fracaso que había tenido lugar jamás en nuestra tierra. Nunca antes un grupo clandestino había estado tan repleto de indecisos, rodeado de traidores, soplones, advenedizos.
 
            No podían triunfar”.
 
            La oligarquía de entonces hubiese deseado que no triunfara la conspiración, que no hubiera habido “Grito” de Dolores, que Hidalgo hubiese sido un indeciso más en la historia mexicana y que las cosas hubieran “cambiado” para permanecer igual.
 
            Pero los opositores permanentes de los cambios existen tanto antes de que estos se lleven acabo como después de consumados; son la contrarrevolución permanente, que en una de esas, borro a Juan José Martínez, alías el Pípila, de los anales de la historia.  
 
            Escribe PI: “Al paso de los años, los historiadores conservadores, encabezados por Lucas Alamán, se vengaron de la afrenta de la toma de Guanajuato borrando al Pípila de la historia”, que la hazaña de aquel era una divulgación falsa. Sin embargo, PI descubrió que en la narración de Pedro García (Memorias sobre los primeros pasos de la independencia), hace constancia, debido a que fue de los pocos protagonistas que dejo testimonio, de la existencia del minero incendiario de puertas.
 
            Más sobre el Cura Hidalgo.
 
            “Parece ser que en vida Miguel Hidalgo nunca fue retratado. Es curioso y paradójico que la imagen clásica, la que habremos de heredar los mexicanos, haya de ser fabricada durante el imperio de Maximiliano”.
 
            El pleito de los Ignacio se intitula la viñeta 21. Nos cuenta el autor:   
 
            “Quizá porque ambos se llamaban Ignacio (uno de cuarto nombre, Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo; el otro de primero, Ignacio de Jesús Pedro Regalado Allende) habrían de quererse mucho y luego dejarse de querer y luego medio quererse.  
             
            La historia oficial ha eliminado las dos contradicciones entre las dos figuras mayores de la guerra de independencia: el cura y el soldado.
 
            Allende es el que involucra a Hidalgo en la conspiración de manera tardía, este le dice que los que empiezan las revoluciones no viven para verlas.
 
            No hay duda de que Allende fue el gran conspirador, que el movimiento de Querétaro tuvo una red enorme de simpatizantes, captó cientos de soldados virreinales, gracias a las labores previas del infatigable oficial de Dragones.
 
            Allende e Hidalgo se enfrentaron muchas veces y mantuvieron, en aquellos meses que duró su cabalgata enloquecida, duras confrontaciones verbales y cartas reclamatorias. Es difícil marchar por estas historias siendo justo con ambos.
 
            El inicio de la guerra de independencia los congregó; su muerte por fusilamiento los reuniría de nuevo”.
 
            En estos tiempos diríamos que “lo libertador no quita lo ‘cachondo’”. Lo traigo a colación por aquello de que los padres de la patria tenían una vida sexual bastante activa, o al menos, aquellos que iniciaron el movimiento de Independencia…
 
            “Hidalgo tenía dos hijas, Josefa y Micaela, con Josefa Quintana, la improvisada actriz de El Tartufo, que nacieron en San Felipe; y otros dos: Agustina y Lino Mariano, hijos de Manuela Ramos Pichardo.
 
            Morelos tuvo tres hijos, el más conocido fue Juan Nepomuceno Almonte, de triste memoria; y al que se sumaron José y Guadalupe.
 
            Matamoros tenía un hijo llamado Apolonio, con él se presentó al inicio de la insurrección suriana.
 
            Hasta Allende, sin ser sacerdote, andaba regando prole por el mundo”.   
 
            El ¡Para que aprendan a respetar! de los poderes ilegítimos de hoy, fueron aplicados en los poderes legítimos de ayer. “Las Cabezas” viñeta 26. Cito:
 
            “Por orden del general brigadier Calleja y para escarmiento, las cabezas de los fusilados en Chihuahua fueron transportados a Guanajuato.
 
            Las cabezas de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez serían instaladas como adorno en las cuatro esquinas de la Alhóndiga. Símbolo contra símbolo.
 
            Un letrero que decía que las cabezas pertenecían a ‘insignes facinerosos y primeros caudillos de la revolución’, acompañaba la macabra ofrenda.
 
            Ahí se acabaron de pudrir al sol descarnándose. El trofeo de la contrarrevolución permaneció en la plaza durante diez años”.
 
            Viñeta 50. Para concluir, ¡una muestra de nuestra capacidad de indignación!…
 
            La quincuagésima viñeta se intitula “Amores que matan”. Esto escribe el autor:
 
            ¿Y por qué quieren a Iturbide últimamente?
 
            Recientemente, entre funcionarios públicos panistas, curas reaccionarios levemente ilustrados y sectores de la aristocracia regenerada, todos ellos sectores de la nueva naco burguesía, está de moda hacerle sonrisitas al Agustín Cosme Damian de Iturbide, aunque resulte gestor de una independencia de “mentiritas”, corrupto soldado combatiente de insurgentes y autor de una salida imperial para la naciente República.
 
            Iturbide era un criollo que se sumó a las fuerzas realistas para combatir los intentos independentistas de Hidalgo y Morelos como voluntario dentro de las tropas territoriales.
 
            No solo era un caudillo represivo, también era un militar transa.
 
            En 1821, Iturbide propuso como salida al vacío de poder una independencia monárquica en la que el trono de México se ofrecería a un Borbón español, en la que los contenidos sociales del ideario de Morelos estaban ausentes. En suma, proponía el olvido de once años de guerra civil.
 
            El movimiento independentista había quedado secuestrado. Era el gatopardo nacional, quien proponía que todo cambiara para que todo siguiera igual.
 
            Y la salida fue un imperio con Congreso primero, sin Congreso al fin, en cuanto Iturbide pudo librarse de él y disolverlo, encarcelando a varios de los diputados.
 
            Las modas van, las modas vuelven, durante ciento cincuenta años, la mochería conservadora ha venido proponiendo la restitución de Agustín I en el santoral laico nacional como artífice de la Independencia de México.
 
            Los agraviados y sus herederos seguimos pensando que Iturbide no era de los nuestros. Y que mejor vaya y chingue a su madre”.
 
 
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* *
           
            El lector no podrá escapar de las provocaciones y las ironías de Taibo II.
 
            Esta lectura, sin buscarlo es una referencia obligada para realizar un análisis comparado entre una versión “irreverente” (la de Taibo II) y la de los órganos oficiales, los cuales privilegian lo banal a lo profundo, la anécdota a las causas, los iniciadores a los acomodaticios.
 
            Leer El cura Hidalgo y sus amigos: 53 viñetas de la guerra de Independencia,es formarnos un criterio del ayer, hoy. Es cuanto.▲
 
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