COLUMNAS DEL TERCER MILENIO
  IDEALES POLITICOS
 
 
 IDEALES POLITICOS
 Bertrand Russell.

España, Editorial Tecnos (Grupo Anaya, S.A.), 2009, 140 p. Filosofía-Contemporánea. Ensayos. 
 
Por: Armando Castillo Romero
 
            Una tarde recién pasada, Ricardo Gutiérrez, me cuestionaba con respecto a “ideales” futuros en los que hay que incidir en los trabajos permanentes en los que estamos inmersos los liberales del siglo XXI. Mi respuesta, que no explicitaré del todo hoy, giro alrededor de tópicos intemporales que hay que re-definir bajo nuevas luces como la globalización, las nuevas tecnologías, y sobre todo, la “nueva” filosofía-éticaque deseamos y queremos sea más emancipadora en la conciencia del “ciudadano” mexicano, toda vez que los fanatismos y los oscurantismos, que ya creíamos medio-superados, toman nuevas fuerzas.
            Sin percatárselo, la convivencia fraternal acabo más en un reto que en una simple conversación, deseando, quien esto suscribe, estar a la altura del mismo.           
            Ricardo Gutiérrez, es un joven y experimentado liberal que actualmente lidera a un grupo de coetáneos nuestros que buscan, a través de un esfuerzo tanto individual, por una parte, como colectivo, por otra, acceder a otros estadios de conciencia cívico-política que contribuya, en la práctica, a la socio-construcción de lo que queremos que llegue a convertirse México y sus habitantes, en su vertiente ética. Ricardo Gutiérrez es joven porque aún no alcanza los 40 años; es experimentado porque tiene una larga militancia en las contemporáneas huestes liberales de esta nación. Su conducción como responsable de una nueva vertiente del liberalismo mexicano, entraña vanguardia en un ambiente donde la tradición no puede ni debe ignorarse. El grupo que encabeza, “Columnas del Tercer Milenio”, hace referencia a una cosmo-visión prospectiva (futurista) de la realidad, misma que se nutre de las deliberaciones que RG promueve, las cuales “aterriza” en compañía de sus cofrades, logrando con ello, la unión de esfuerzos, de capacidades e ideales inmersos en una filosofía (práctica) humanista y humanitaria de muy viejo cuño.  
            Los ideales, ya sea de Libertad-Igualdad-Fraternidad, ya sea de Tolerancia y Respeto-mutuo, deben de nutrirse de precautorias realizadas por aquellos que nos precedieron en el camino, de las deliberaciones actuales bajo el calor de la fraternidad, de su práctica consuetudinaria así como de un sentido auto-critico permanente.   
            “Escuchar” a los viejos no es solo muestra de respeto sino de una prudencia que nos guíe en viejos caminos con nuevos peligros, pero también, con nuevas expectativas de solución a tantos problemas que nos aquejan, y que nos exigen una “toma de postura” responsable, participativa y congruente. Los “Ideales” son permanentes, lo que cambia es la forma de implementarlos. Por lo anterior, leer a Bertrand Russell, es leer “asuntos de antaño” válidos para nuestro tiempo. 
 
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            Bertrand Russell fue un filósofo de un talento no desprovisto de controversia. Su odioso sentido del humor, unido a su análisis riguroso, puntilloso, incomodaba a las conciencias más retacadas de su tiempo. Pocos como él.
            “Ave de todas las tempestades”, BR, no solo se atrevió a reflexionar en torno al pacifismo en plena Primera Guerra Mundial, sino que reivindico con inteligencia y resistencia civil, ideales humanistas en una atmosfera que ya daba visos de intolerancia.
        
            “Ideales Políticos” es un conjunto de ensayos ¡escritos en 1917! por un ser humano apasionado de la vida. BR, poseía un compromiso ético que solo era igualado por su talento intelectual.
            Russell, y coincido con la maestra Esperanza Guisán, autora del prólogo a esta edición, era, también, un educador y moralista de avanzada.
            Para Bertrand Russell, el ser humano (con todo y sus limitaciones) era una “decepción-alentadora”; nada más gozoso que el encuentro y re-encuentro de humanos donde la solidaridad entre los comunes podía dar como resultado un bien común en beneficio de toda una colectividad sin menoscabo de la individualidad.
            “Todo el empeño de Russell, como educador moral que es, se centra en dirigir nuestra atención hacia una ética si no racional al menos razonable, donde los impulsos de amor, libertad y cooperación sobrepasen al odio, el miedo, la crueldad o la obediencia ciega. Más que suprimir la ‘naturaleza’ de los seres humanos, Rusell desea redirigirla hacia su pleno desarrollo favoreciendo la armonía tanto a nivel intrasubjetivo como inter-subjetivo, con vistas a la felicidad propiamente humana”.
            BR, inicia el capítulo 1 de la manera siguiente: “En tiempos de oscuridad, los hombres necesitan una fe y una esperanza bien fundada, así como el coraje tranquilo que se deriva de ellas y que no tiene en cuenta las dificultades en el camino”.        
            “Los ideales políticos han de basarse en los ideales para la vida individual. El objetivo de la política tendría que ser lograr que las vidas de los individuos fueran lo mejor posible”.
            En este primer capítulo, BR, oscila entre los fines y los medios. Él esta convencido que la vida humana, así de concreta, puede ser disfrutable tanto a nivel individual como colectivo. ¿El medio para lograrlo? La Política. La política como un instrumento que nos auxilia a ordenar la vida humana, partiendo de que todos somos diferentes pero tenemos mucho en común. La Política parte de algunos principios generales que pueden servirnos de referencia en cuanto a lo que resulta posible o deseable en bien de una comunidad dónde debe de promoverse tanto la iniciativa como la creatividad individual. Es la Política (y su ejercicio responsable) la que debe de propiciar lo mejor entre los seres humanos. Abolir los impulsos posesivos y la codicia material, debe de ser, uno de los primeros objetivos, de una sociedad (madura) que abandere para sí, un movimiento reformador comprometido con su presente y su porvenir.
 
            “Las instituciones (y añadiríamos también los funcionarios de las mismas) políticas y sociales han de ser juzgadas por el bien o el daño que causan a los individuos. ¿Estimulan la creatividad más que afán de posesión? ¿Encarnan o promueven un espíritu de reverencia entre los seres humanos? ¿Garantiza el respeto hacia uno mismo?”
            En el capítulo 2, Capitalismo y Sistema Salarial, BR, hace las siguientes acotaciones que invitan a la reflexión actual:
            “Es posible distinguir cuatro fines a los que un sistema económico puede dirigirse: en primer lugar, puede tender a la mayor producción posible de bienes y a facilitar el progreso técnico; en segundo lugar, puede tener como fin el asegurar la justicia distributiva, en tercer lugar, puede tratar de proporcionar seguridad frente a la miseria; y, en cuarto lugar, puede aspirar a liberar los impulsos creativos y disminuir los impulsos posesivos”.
            “Nuestro sistema actual falla en cada uno de estos cuatro propósitos”
            “Las instituciones que reduzcan el poder de la codicia sólo serán posibles a través de una completa reconstrucción de todo nuestro sistema económico”.
            “En su lugar, necesitamos un sistema que frene los impulsos depredadores del hombre y que disminuya la injusticia económica que permite a algunos ser ricos en la indolencia mientras otros son pobres a pesar de su incesante trabajo”.
            “La injusticia económica es quizá el más evidente de los males de nuestro actual sistema”.
            “Los sistema económicos se preocupan básicamente de la producción y la distribución de bienes materiales. Nuestro actual sistema despilfarra cuando produce y es injusto a la hora de distribuir”.
            “Tal vez no se precise ningún acto revolucionario, pero la revolución ideológica resulta imprescindible, al igual que, como resultado de esa idea, una esperanza razonable y constructiva”.              
            Como reverso de la moneda, en el capítulo 3, el “irrespetuoso” Russell, habla sobre los “Riesgos del Socialismo”.
            “En su origen, el socialismo fue un movimiento revolucionario cuyo objeto era la liberación de las clases trabajadoras y el establecimiento de la libertad y la justicia”. Sin embargo, BR, encontraba muchos riesgos en la llamada uniformidad de la administración estatal, ya que este modelo, a la larga o a la corta, desarrolla un talante autoritario.
            “El poder de los funcionarios, que constituye una amenaza cada vez mayor en el Estado moderno, se deriva del hecho de que la mayoría de los votantes, que es en definitiva el único control popular que se ejerce sobre los funcionarios, no se suele interesar en una única cuestión concreta y, por lo tanto, no es probable que se interponga eficazmente a un funcionario que está frustrando los deseos de una minoría que sí está interesada”.
            “La concentración de la iniciativa empresarial en manos de los empresarios constituye una gran mal y priva a los trabajadores de su legitima cuota de participación en los principales problemas de su sector”.
            Es aquí donde surge la necesidad del Estado para ajustar las relaciones entre los distintos gremios.
            En “Libertad Individual y Control Público”, capitulo 4, BR, sostiene que la sociedad no puede existir sin ley ni orden, pero la sociedad tampoco puede superarse sin la participación de los innovadores. Hacen falta ambos frentes, y aunque el statu quo y la costumbre sean por naturaleza anti-innovadores, la innovación debe buscar y exigir condiciones para existir y desarrollarse.
            “El estado tiene razón al insistir en que los niños han de recibir una educación, pero ello no justifica que se imponga un modelo educativo uniforme ni que éste se dirija a la producción de unos niveles mortales de elocuente uniformidad. La iniciativa individual constituye un ingrediente fundamental de la educación y, en general, de la vida intelectual, la función del Estado debe comenzar y concluir en la insistencia de alguna clase de educación, a ser posible una que promueva el individualismo intelectual y no una que casualmente se adapta a los prejuicios de la clase gobernante”  
           
           
            “Los impulsos creativos, a diferencia de los posesivos, se dirigen a fines en los que la ganancia de un hombre no supone una pérdida para el otro. El que realiza un descubrimiento científico o escribe un poema está enriqueciendo a los demás a la vez que a sí mismo. Cualquier aumento del conocimiento o de la buena voluntad supone una ganancia para todos aquellos a quienes afecta, no sólo para su auténtico poseedor”.
            “El objetivo de la educación no debería consistir en hacer que todos los hombres piensen igual, sino en que cada uno lo haga de aquella forma que mejor exprese su propia personalidad. Al elegir su medio de vida, todos los jóvenes de ambos sexos deberían poder elegir, en la medida de lo posible, aquel que les resultara atractivo; y, en caso de que no les atrajera ninguna ocupación lucrativa, tendrían que ser libres para trabajar menos horas a cambio de una paga menor y dedicar su tiempo de ocio a aquello que prefiriesen”.
            “El problema al que se enfrenta el mundo moderno es cómo conjugar esa iniciativa individual con la influencia y el tamaño crecientes de las organizaciones. Si esto no se resuelve, los individuos se irán haciendo cada vez menos vitales y vigorosos, y se irán sometiendo cada vez más pasivamente a las condiciones que se les impongan. Una sociedad formada por individuos así no puede progresar ni hacer ninguna aportación relevante a la riqueza intelectual y espiritual del mundo. Solo la libertad personal y el estímulo de la iniciativa pueden procurar estos bienes”.
            Las acotaciones referentes a la “Independencia Nacional e Internacionalismo” quinto y último capítulo, serán más que breves.  
            “En las relaciones entre los Estados, como en las relaciones de los grupos dentro de un mismo Estado, lo deseable es la independencia para cada uno en cuanto a los asuntos internos y la ley, más que la fuerza privada, con respecto a los asuntos externos”.
            “Mientras el odio, la desconfianza y el miedo sigan dominando los sentimientos entre los seres humanos, no podremos esperar librarnos de la tiranía de la violencia y la fuerza bruta. Los hombres deben de aprender a fijarse en aquellos intereses comunes de la humanidad que nos unen a todos, en lugar de en aquellos otros supuestos intereses que dividen a las naciones”.  
            La lectura de “Ideales Políticos” debe ser una lectura obligada tanto para los estudiosos de las Ciencias Sociales como para todos aquellos que desean encontrar alternativas de respuesta a problemas postergados sin explicación alguna.
Es cuanto.▲  
           
 
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