COLUMNAS DEL TERCER MILENIO
  EL SIGNO LINGÜÍSTICO
 

 

México D.F. a 08 de septiembre de 2011
El Signo lingüístico
Por: Ricardo Gutiérrez Chávez
            “El signo lingüístico no une
una cosa con un nombre,
sino un concepto y una imagen acústica”[1]
Ferdinand de Saussure
 
Ferdinand de Saussure murió en 1913, tres años antes de haberse publicado la obra “Curso de lingüística general” (CLG), libro basado en los apuntes de sus alumnos, recopilados por Charles Bally y Albert Sechehaye, quienes declararon en el prefacio:
“Después de la muerte del maestro, esperábamos hallar en sus manuscritos, obsequiosamente puestos a nuestra disposición por Mme. de Saussure, la imagen fiel o por lo menos suficiente de aquellas lecciones generales […] Grande fue nuestra decepción: no encontramos nada o casi nada que correspondiera a los cuadernos de sus discípulos”[2]
         Saussure destruía las notas que utilizaba para impartir sus lecciones porque nunca pensó en la publicación de sus ideas; esto dificultó la tarea de los editores, que utilizaron exclusivamente los cuadernos de los oyentes de los cursos, en particular de la esposa de Sechehaye.[3]
         La doctrina Saussureana se define en términos dobles, según E. Benveniste “lleva la impronta y el sello de la dualidad opositiva”[4]. El objetivo de la teoría de Saussure, mencionado explícitamente en el CLG, es expresar que la naturaleza del signo no corresponde a una simple nomenclatura, es decir, una relación entre nombres y cosas, sino que el signo lingüístico está compuesto por una dualidad indivisible.
         Un elemento de esta dualidad es el llamado significante, al que Saussure también denomina como imagen acústica, este elemento es la expresión del signo y corresponde a la parte que es captada por los sentidos y que produce ideas o conceptos; estos conceptos son la otra parte de la dualidad, a la que el lingüista da el nombre de significado, y representa el contenido del signo.
         El significante es visible o audible, en cambio el significado es algo abstracto, juntos son, por así decirlo, las dos caras de una moneda llamada signo.
         Siguiendo con el carácter dual del signo, Saussure estable dos principios que los caracterizan: La arbitrariedad y el carácter lineal.
Arbitrario se debe entender en el sentido de “inmotivado”, según Saussure, el significante puede ser distinto para definir un solo significado.            
La existencia de lenguas diferentes es prueba para Saussure de la arbitrariedad del signo, pero –como menciona Susana Gonzalez Reyna[5]- esto no significa desorden ya que depende de convenciones sociales para lograr una eficaz comunicación.
En cuanto a la arbitrariedad del signo, es importante mencionar que Émile Benveniste, encuentra contradicciones y nos dice que “…entre el significante y el significado el nexo no es arbitrario sino necesario”[6]. El que un referente se llame de una manera y no de otra corresponde a una convención social inevitable, de lo contrario no podríamos comunicarnos.
         El principio de carácter lineal se refiere a que los signos no pueden pronunciarse ni leerse de forma simultánea, sino que se suceden unos a otros de acuerdo a las reglas lógicas y gramaticales.
Otra relación de opuestos que caracteriza al signo es la inmutabilidad y la mutabilidad. La primera es la característica que indica que el significante escogido por la lengua no puede ser reemplazado por otro, lo que demuestra que una ley admitida por la colectividad es algo que se sufre y no una regla que haya sido aceptada en lo particular. Ni los individuos ni la masa podrían ejercer la soberanía sobre las palabras, para transformarlas. La lengua además es la herencia de épocas precedentes.
         La mutabilidad del signo indica que aunque los individuos no pueden aplicar a capricho cambios a los signos, estos si se transforman en relación al tiempo. “…el signo está en condiciones de alterarse porque se continúa. …el principio de alteración se funda en el principio de continuidad”[7]
         En relación a la evolución y transformación del signo, Saussure nos expone nuevamente una dualidad: La sincronía y la diacronía.
         Los cambios lingüísticos no solo pueden verse desde la dinámica de una evolución paulatina, sino también desde la estática de un momento actual. Los estudios del lenguaje pueden realizarse desde estas dos perspectivas: La diacronía, por la evolución de la lengua a lo largo de la historia; y la sincronía, por el estudio del habla en un momento determinado.
            Saussure logró colocar en el ámbito de la ciencia y la filosofía la noción de signo como unidad bilateral; es considerado el precursor de la lingüística moderna, y el fundador del estructuralismo. Sus cátedras proporcionaron las herramientas conceptuales que dieron forma a la semántica. En los últimos años de su vida creo el término “semiología” como idea de una nueva ciencia destinada al estudio de la naturaleza de los signos y la relación de estos con la realidad social.
 
Bibliografía

 

Cuadrado, Luis Alberto Hernando. 1995. Introducción a la teoria y estructura del lenguaje. España : Verbum, 1995. pág. 128.
Grajales, Héctor Pérez. 2007. Lenguajes verbales y no verbales. Bogotá : Magisterio, 2007. págs. 223.
Oliveros, Luis Casteleiro. 2000. La revolución en lingüística. España : Universidad de Santiago de Compostela, 2000.
Reyna, Susana González. 1994. Manual de redacción e investigación documental. Cuarta. México : Trillas, 1994. págs. 204.
Saussure, Ferdinand de. 1969. Curso de Lingüistica general. Septima Edición. Buenos Aires : Losada, 1969. 424.
 


[1] Ferdinand de Saussure, Curso de lingüística general, pág. 102
[2] Ídem, pág. 35
[3] Luis Casteleiro Oliveros, La revolución en lingüística, Págs. 25, 31.
[4] Émile Benveniste, Problemas de lingüística general, Vol. 1, pág. 41
[5] Susana Gonzalez Reyna, Manual de redacción e investigación documental, pág. 18
[6] Émile Benveniste, Problemas de lingüística general, Vol. 1,  pág. 51
[7] Ferdinand de Saussure, Curso de lingüística general, pág. 113
 
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