COLUMNAS DEL TERCER MILENIO
  MOMENTOS ESTELARES DE LA CIENCIA
 
Reseña Bibliográfica (27)                                          octubre/2010
 
Armando Castillo Romero
 
 
Isaac Asimov. Momentos estelares de la ciencia. España: Alianza Editorial, 2008. 150 p. Col. Historia de la ciencia.   
 



“La ignorancia afirma o niega rotundamente; la ciencia duda”
-Voltaire
 
 
            Un escritor tan prolífico como Isaac Asimov no necesita presentación ante lectores asiduos a temas tanto de ciencia como de ciencia ficción.

            Asimov fue un estudioso toda su vida. Los temas científicos le apasionaban tanto en el laboratorio como en el escritorio.

            En sus relatos de robots, Isaac Asimov (IA) fijo las tres leyes de la robótica, donde el robot esta siempre al servicio del ser humano, aunque éste no lo entienda y genere (estúpidamente) hostilidades contra aquél.

            Los escritos de ciencia ficción con tendencias futuristas de IA giraban en torno a los comportamientos futuros de la sociedad terrestre y su relación con inteligencias artificiales y el universo circundante.    

            La extensa obra de IA busca escrudiñar como un Edipo moderno, las permanentes e infinitas preguntas que el ser humano se hace sobre él mismo y su futuro; sobre sus posibilidades y amenazas, sobre su destino último.

            Pero si bien IA fue un fecundo escritor, a está vocación innata se le sumo la de ser un gran divulgador de la ciencia, pues poseía cualidades que cualquier escritor envidiaría: estilo, imaginación literaria, conocimientos científicos, tecnológicos, y sobre todo, humildad.   

            Las cualidades antes mencionadas se ven plasmadas en “Momentos estelares de la ciencia” donde IA pone en palabras más que asequibles a hombres y mujeres de ciencia, sus causas, sus aportaciones.

 
 
            30 protagonistas de la ciencia, ya sea en su aplicación práctica, ya sea en su concepción teórica, son retratados por IA con la sencillez que solo logra un gran divulgador.

            Todos ellos, solo incluye a una dama en su 30 personajes, en mayor o medida son conocidos por nosotros desde nuestros tiempos escolares, sin embargo, lo que marca la diferencia entre lo que sabíamos ayer, a lo que intentamos saber hoy, es que IA subraya el aspecto ético del ejercicio científico, de sus consecuencias y sus alcances a favor de una mejor  humanidad. 
         
            Con rigor pero con humor, IA divulga ciencia.

            IA cita al conde Lagrange que dijo: “Basto un momento para cercenar su cabeza, y cien años probablemente no serán suficientes para dar otra igual”… ¿Sabe a quien se refiere, amable lector?

            IA combina lo anecdótico con lo profundo, lo que nos lleva a cuestionarnos: ¿Quién fue el científico que fue rescatado a cambio de un caballo? ¿Una pista? Fue afroamericano; fue adoptado y le fue otorgada la Medalla Roosevelt, cuya inscripción rezaba: “A un científico que busca humildemente la guía de Dios, y liberador de los hombres de raza blanca y también negra”.

            O también la lectura nos generaría las siguientes interrogantes:   

¿Cómo se llamaba el científico que luchó contra todo un ejército? ¿Con que experimento hizo huir a los barcos romanos? Nació en Siracusa (ciudad griega en Sicilia) y murió a manos de un soldado romano.
 
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            Antoine-Laurent Lavoisier, el 02 de mayo de 1794, fue decapitado en la guillotina tras el inicio de la Revolución francesa. Su falta fue haberse casado con la hija del director de una corporación privada que se dedicaba a cobrar hasta el último centavo de los impuestos de una manera nada fraternal a los trabajadores, campesinos y clases medias, que con el tiempo sacarían los rencores acumulados.

            “Diez semanas después de la ejecución fueron decapitados a su vez los extremistas y acabo el Terror. Diez semanas demasiado tarde”.

            El mejor científico que Francia había dado, era historia.
           

A decir de IS, Lavoisier comprendió desde el principio la importancia que tenía la exactitud. Sus experimentos se caracterizaron por el cuidado en las pesadas, el detalle de las mediciones y la meticulosidad en las notas. Pero fue con el tiempo cuando demostró por primera vez la importancia de la precisión.


            El considerado padre de la química moderna, fue el primero que realizo los primeros experimentos realmente cuantitativos. Sus experimentos proporcionaron pruebas para la formulación de la ley de la conservación de la materia, la que afirma que en cualquier reacción química en un sistema cerrado no había ni perdida ni ganancia de peso, cuyo significado es que la materia no puede crearse ni destruirse, solo transformarse.


            También hizo estudios sobre la composición del agua y designó a sus componentes oxigeno e hidrogeno.     
  
            Lavoisier, sin duda sacó a la química de un callejón sin salida y la puso en buen camino.
 
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            IS nos dice que George Washington Carver nació en 1864 en Diamond Grove, en el estado de Missouri, Estados Unidos.
            Por sus orígenes afroamericanos, siempre sufrieron la hostilidad del medio. Tanto su madre como él fueron raptados por forajidos. Nos dice el autor de Yo, robot, que a la madre de Carver la vendieron y embarcaron antes de que su dueño, Moses Carver, pudiera salvarla; al niño lo rescató a cambio de un caballo. Madre e hijo eran esclavos.


            “Tras liberarlo, los Carver lo adoptaron. A medida que fue haciéndose mayor dio señales de gran inteligencia, pero los Carver no podían darle estudios. La ciudad no tenía escuela para niños negros”.   

 
            Si bien inicio sus estudios en el Simpson College, en Indianola, Iowa, donde admitían a estudiantes negros; Carver acepto la invitación de Booker T. Washington, el gran educador negro, quien se encontraba en el Instituto de Tuskegee (Alabama). Allí, Carver pasó a ser el director del departamento de investigaciones agrícolas.

            Durante su estancia, Carver se percato que el gran problema del agricultor sureño era que el suelo estaba agotado. Lo único que se había cultivado durante generaciones en la mayor parte del Sur era algodón y tabaco; ambos cultivos habían agotado los minerales del suelo, sin tomar la precaución de reponerlos.

            Carver sabía que la “rotación de cultivos” devolvía el nitrógeno a la tierra, tal como lo atestiguaban sus experimentos en Tuskegee.


            Así mismo, desarrolló múltiples aplicaciones para los productos cultivados, por ejemplo, el cacahuate. Demostró con ello que un cultivo agrícola no era sólo alimento, sino también materia prima que la magia de la química podía convertir en cuerno de la abundancia.


            Su origen de hijo de esclava no le impidió que con el tiempo fuera reconocido como uno de los mejores investigadores dentro del área de la investigación agrícola. Fue un afroamericano afamado y reconocido. Roosevelt lo condecoro por sus aportaciones en beneficio de toda la humanidad.

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            Cito a IA: “Cabría decir que hubo una vez un hombre que luchó contra todo un ejército. Los historiadores antiguos nos dicen que el hombre era un anciano, pues pasaba ya de los setenta. El ejército era el de la potencia más fuerte del mundo: la mismísima Roma.


            Cuenta la leyenda que, habiendo montado espejos curvos en las murallas de Siracusa, hizo presa del fuego en las naves romanas que le asediaban”. No era brujería: era Arquímedes”.


            Arquímedes estudio en Alejandría, Egipto, centro intelectual del mundo mediterráneo, regresando luego a Siracusa, donde se hizo inmortal.


            Arquímedes lo fue todo: matemático, inventor, ingeniero, físico y astrónomo.


            Lo más importante es que Arquímedes, enfatiza IA en su relato, hizo algo que nadie hasta entonces había hecho: aplicar la ciencia a los problemas de la vida práctica, de la vida cotidiana. Todos los matemáticos griegos anteriores a Arquímedes (Tales, Pitágoras, Eudoxo, Euclides) concibieron las matemáticas como una entidad abstracta, una manera de estudiar el orden majestuosos del universo, pero nada más; carecía de aplicaciones prácticas. Si bien es cierto, Arquímedes compartía en no pequeña medida esta actitud, pero no rehusó aplicar sus conocimientos matemáticos a problemas prácticos.      


            Para IA los descubrimientos de Arquímedes han pasado a formar parte de la herencia de la humanidad. Demostró que era posible aplicar una mente científica a los problemas de la vida cotidiana, y también demostró lo contrario: que de un problema práctico podemos desprender principios científicos.


            Para IA el gran deber de la ciencia es comprender el universo, pero también mejorar las condiciones de la vida humana en cualquier rincón de la tierra.
 
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            Estos son tres de los personajes presentados en Momentos estelares de la ciencia de Isaac Asimov. Pero también se encuentran, Newton, Watt, Faraday, Edison, Pasteur, Roentgen, Curie, Rutherford, Einstein, entre otros.


            Momentos estelares de la ciencia debe ser una lectura muy recomendable para aquellas personas que posean un espíritu no conformista, pero sobre todo, para aquellos que crean que con su conocimiento, paciencia infinita y logros… a largo plazo, crean en el mejoramiento tanto ético como técnico de la especie humana. Es cuanto. ▲

 
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