COLUMNAS DEL TERCER MILENIO
  LA FALSA ESPIRITUALIDAD
 
Reseña Bibliográfica (30) noviembre/2010
 
Armando Castillo Romero
 
 
Fournier, Anne y Catherine Picard. La falsa espiritualidad y la manipulación de los individuos. España, Paidós, 2004. 256 p. Col. Controversias. Divulgación.
 
 
“Nadie es más esclavo que el que se tiene por libre sin serlo”
-Johann Wolfgang Goethe
 
 
Cuando se recorren las librerías de viejo, se encuentran libros poco atractivos para el lector común pero con temáticas que nos alertan-y-afectan a todos por igual. Este es uno de esos casos.

Tanto Anne Fournier, en su calidad de miembro de la Mils (Misión interministerial de lucha contra las sectas) como Catherine Picard desde su escaño parlamentario (1997-2002) alertaron, promovieron y legislaron en relación a las actividades sectarias en Francia.

Se legislo, en 2001, con la intención de reforzar la prevención y la represión de los movimientos sectarios que vulneran los derechos humanos y las libertades.

En la introducción de La falsa espiritualidad y la manipulación de los individuos, se traza lo que se busca: 1) denunciar un desarrollo masivo del sectarismo, favorecido por las nuevas reglas económicas, políticas y culturales de lo que llamamos globalización; 2) comprender las relaciones de fuerza que se forman en el escenario internacional y que convierten a las sectas en brazos armados del imperialismo; 3) combatirlas en pos de la supervivencia de nuestro sistema democrático.

Nos dicen las autoras: “En Francia, los poderes públicos se mantienen en estado de alerta. Se han implementado estructuras de análisis, de formación y vigilancia: el Observatorio Interministerial de las Sectas y la Misión Interministerial de Lucha Contra las Sectas (MILS). El Parlamento francés ha laborado sendos informes al respecto. Las sectas son unos de los principales peligros que acechan a la democracia. Las sectas no constituyen la expresión de una libertad (de acuerdo al modelo “americano”) sino una amenaza para ésta: amenaza para la libertad individual, ya que las sectas practican la manipulación mental, aniquilan la libre determinación del individuo, y para las libertades públicas”.
 
 
 
Bajo mantos muy sutiles, las sectas se esconden tras una multiplicidad de doctrinas presuntamente humanistas, y con ello, se dificulta su análisis y su combate. Su activo mayor es su capacidad de adaptación a la demanda social.

Las escritoras enfatizan que en Francia, la crisis de las religiones tradicionales se ha visto acompañada de la emergencia irresistible de “nuevas religiones”, entre las cuales hay muchas sectas. La ya “antigua” crisis de las ideologías políticas y el derrumbe de la utopía comunista propician el desarrollo de grupos sectarios en torno a temas ecologistas o humanitarios. La filtración sectaria utiliza en su beneficio las nuevas reglas económicas, políticas y culturales que trae consigo la globalización. Estas reglas debilitan al individuo y facilitan su manipulación. “Esta labor de zapa mina la democracia, sus principios y sus valores, y se opone especialmente a nuestra concepción de la infancia, la educación y la laicidad”.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la “Guerra Fría”, acabaría convirtiendo, a través del GATT-OMC, TODO en mercancía. Todo está en venta: la educación, las creencias, los jugadores de futbol o las bonitas chicas del Este.

Las empresas sectarias surgieron en la década de los 70`s. Hoy la mayoría de ellas son transnacionales.

Por lo anterior, todos se preguntan: “¿En qué sentido funcionan las sectas como instrumentos de la globalización?”

Los grupos sectarios asimilan la idiosincrasia ideológica de las sociedades en las que se infiltran. Cultivan la “pseudo-búsqueda de sentido”. Se basan en la escasez.

Las sectas tienen técnicas precisas y generan consentimiento, sumisión, obediencia ciega en sus adeptos. Han adoptado toda clase de técnicas desarrolladas por diversas escuelas de psicoterapia a un objetivo alienante.   


En una sociedad cada día más vulnerable, las sectas despliegan su poder e influencia. Explotan las carencias existentes.

Al igual que la mafia, las sectas tienen a corruptos (privados y gubernamentales) a su servicio.

            El dogma globalizador se complementa con dogmas sectarios: las sectas son un mini-laboratorio de futura explotación.

Pero también lo que se infiere de la lectura es que las sectas son grupos totalitarios, constituyen zonas de no derecho, ya que el gurú o los dirigentes ejercen a la vez los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. La pérdida de espíritu crítico permite “dar gato por liebre”.

            Los movimientos sectarios buscan paraísos laxos en materia laboral para explotar a sus adeptos, ya sea como obreros, ya sea como promotores de su ideología.

Entre las sectas que se destacan en el libro se encuentran: AMORC, la Antroposofía, Moon, la Fraternidad Blanca Universal y los Testigos de Jehová. Por ejemplo, los productos financieros de la Asociación Los Testigos de Jehová alcanzaron en 1992-1993, 16,6 millones de francos (alrededor de 2.5 millones de euros). Ganancias de ese volumen son deseadas por cualquier entidad financiera. No hay recato alguno para que las sectas y las entidades financieras tengan negocios en común. Está claro que el mundo de las finanzas no es insensible al poder financiero de determinadas organizaciones sectarias. Las sectas a la larga o a la corta, se convierten en cómodas estructuras de blanqueo de dinero.


Pero las sectas no trabajan solas, pues prosperan con la ayuda de los servicios especiales y agentes del espionaje internacional. El fondo doctrinal se pretende cristiano, pero también es político indudablemente. Son, innegablemente, una extensión eficaz del imperialismo estadunidense. Dadas las funciones que desempeñan los grupos sectarios en el juego internacional de la globalización, es evidente que los americanos favorecen su desarrollo. Tienen mucho que ganar.

Sin ser catastrofistas, es claro que el capitalismo ha dejado de necesitar a la democracia; la democracia es ahora anti- productiva. Y el liberalismo, su cobertura ideológica tradicional, está en aprietos. Se inicia de manera velada el desprestigio de los pilares de la democracia.

Ante el debilitamiento de la Democracia y del liberalismo, se asiste al resurgimiento de todo tipo de extremismos, particularmente, el de la derecha. También están los partidarios de regresar a los valores tradicionales, familia y religión, que son “medios” por los cuales se manipula a la sociedad. Poco a poco se disuelve la ciudadanía y su espíritu examinador.

Legisladora y luchadora social determinan la tipología de los adeptos: son personas con varios déficit en su vida. Ya sea de expectativas, de sociabilidad, espiritualidad o valores éticos. El adepto debe de aceptar todas las normas que prescribe la secta. Las sectas manejan su propio idioma y sus propias reglas, ya sea de manera individual, ya sea de manera colectiva.

            Los vínculos entre la extrema derecha y ciertos grupos sectarios son cosa conocida. La extrema derecha apoya a toda clase de movimientos por razones ideológicas o financieras: movimientos neo-templarios, rosacrucistas, desviaciones del catolicismo, el fascismo verde (o los protectores de la naturaleza) o la Nueva Acrópolis son sus “nuevas” manifestaciones. Más valen 50 sectas que una única Iglesia, es su conclusión pragmática.

Pero la presencia de las sectas no es lineal ni diáfana, toda vez que provocan paradojas, esencialmente, por la faceta religiosa autoproclamada por ellas.

Los grupos sectarios han asimilado eficazmente los diferentes nichos de acción, por ejemplo, la sociedad del espectáculo. El ejemplo más conocido es el de la Cienciología con sus estrellas y sus Celebrity Centers entre los que destacan John Travolta y Tom Cruise.

            ¿Cómo defenderse ante semejante arsenal?, se cuestionan las autoras y sugieren algunas respuestas:

            “La primera defensa consiste ante todo en perder la ingenuidad y adoptar una actitud de alerta. Si bien los grupos sectarios no están en todas partes, no así sus posibles “victimas”, y más aún, si hay algo que sacarles en bien de la secta.

            Si no queremos vernos envueltos en una situación en la que un grupo sectario pueda imponernos en mayor o menor medida su ley, hay que idear de antemano ciertas barreras de protección. Obediencias masónicas como el Gran Oriente de Francia o el Derecho Humano, por ejemplo, han previsto en sus estatutos la posibilidad de exclusión en caso de permanencia a un grupo sectario”.  

            La diferencia esencial entre una secta y otros grupos cerrados son sus fines: alienantes o emancipadores. La secta subyuga, las instituciones ajenas a todo sectarismo, ponen en tela de juicio a sus partidarios y las acciones de éstos.  

Pero la verdadera defensa sigue siendo la referencia laica. En Francia, un individuo se considera ante todo ciudadano (o, en el caso del niño, un individuo en formación). Sus orientaciones sexuales, convicciones, creencias son cosa suya, pertenecen a su esfera privada y son indiferentes desde el punto de vista de la esfera pública.   

      
            Como se desarrolla la lectura, se van “atando cabos” entre las sectas, la democracia y la globalización con el largo desvío de una aptitud racional en declive.

            Anne Fournier y Catherine Picard, consideran que la democracia es hija de la diosa Razón y del progreso industrial y que si la primera entra en decadencia mientras la segunda impone su ritmo, la democracia pierde sus puntos de apoyo y se abre la veda para nuevos totalitarismos y nuevas barbaries.

            Sin duda, las sectas son el movimiento que lo preludia.
Las sectas juegan con nuestro miedo, el miedo a un futuro incierto o el miedo a la muerte.

            El declive de la razón, que no han provocado las sectas, las hace prosperar, y terminan acentuándolo. La “receta” sectaria se puede sintetizar así:

“Respuestas falsas a preguntas verdaderas”. De esta manera se crea un “Un mundo feliz”, tan falso e ilusorio como las respuestas sectarias. El adepto acaba siendo víctima de una falsa ayuda.

En el libro se nos muestra que afortunadamente Francia no está sola. El primer país en seguirla fue Bélgica. El informe generado por los parlamentarios belgas sobre “las actividades ilegales de grupos sectarios nocivos”, fruto de investigaciones policiales y parlamentarias, permitió la publicación de una lista (de sectas en operación) más larga que la propia francesa. En primera instancia se preguntaron y definieron ¿Qué es una organización sectaria nociva? Para los parlamentarios de Bélgica es “un fenómeno multiforme de peligrosidad evolutiva”, “asociaciones cuya disciplina interna contradicen nuestro régimen interno democrático y liberal: los adeptos quedan sometidos a un trato inhumano o degradante, incompatible con la dignidad humana”. 

            Las investigaciones parlamentarias tuvieron causes prácticos, legales, en pro de las posibles víctimas. Al percatarse que los niños son las víctimas predilectas de muchos delincuentes, tanto en el plano físico, sexual o moral, la legislatura reviso su mandato legal.

Un ejemplo.
Si se deja que un hijo muriera de hambre o por falta de asistencia médica ya se castigaba penalmente, ahora se castigará también al gurú que haya incitado a llevar a cabo semejante práctica. Castigar al gurú es un paso importante hacia la protección de los niños cautivos y de los “adultos” vulnerables. (Algunas sectas disuelven los vínculos familiares para que el grupo entero supla a la familia). Los legisladores y los ciudadanos opinan que se debe de respetar la individualidad del niño, desarrollar su autonomía: en resumen, evitar cualquier forma de apropiación.
 
 
Evitar el quiebre de personalidades en formación, y por tanto de un futuro ciudadano, es una preocupación permanente de la legislatura federal.
Ante el “ataque hormiga” de las sectas, las autoras reclaman, a como de lugar, que se dinamicen las estructuras que garanticen nuestra democracia y todos sus mecanismos inherentes.

Al respecto, consideran que un punto de apoyo es la educación pública, misma que no deja de ser, pese a sus detractores y fallas propias, la que se propone a preparar lo mejor posible a generaciones de ciudadanos a desenvolverse en un entorno cambiante, complejo y paradójico.
 
Muchos legisladores tanto en Francia como en Bélgica, consideran que el laicismo y la educación de los ciudadanos deben de reivindicar una libertad sometida al derecho y respetuosa con la libertad del otro, de no hacerlo, se perdería la batalla de lo universal y se caería en el triunfalismo-avaricioso del individualismo a ultranza que reivindican las sectas. 

Es notorio que las autoras no están contra todos los agrupamientos sociales, sino que están contra aquellos agrupamientos sociales, inmersos en las sociedades masificadas, que dificultan la diferenciación personal y el desarrollo normal del “yo”. No reivindicar al ciudadano es asumir una postura de liberticida, cómplice y confeso.

Es claro que la globalización aquí expuesta no elimina las diferencias, al contrario.

Es inequívoco que dónde ya no hay ni Estado, ni derecho, ni esperanza, allí están las sectas, cada vez más presentes haciendo su “agosto”.

Una y otra vez insistiremos que dentro de las sectas NO existe el espíritu crítico, ni la humanización del ser humano, ni la emancipación real de éste.

Es probado que el rasgo más evidente de la lógica sectaria es el totalitarismo. Cual un dogma, la opinión del gurú no admite discusión unas veces se invoca la libertad de religión u opinión, otras el desarrollo personal o la solidaridad con tal de encubrir el encierro físico y mental del adepto-esclavo.

En este maremágnum sólo el laicismo convierte la creencia en una esfera privada. Este espacio privado se enriquece progresivamente con decisiones amorosas, éticas o políticas. En suma, lo público cada día debe de ser más público y lo privado cada día debe de ser más privado, en una atmosfera donde impere la libertad, la tolerancia y la solidaridad auténtica.

Sin duda, el libro de Anne Fournier y Catherine Picard nos ha dado testimonio de ello. Es cuanto
 
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