COLUMNAS DEL TERCER MILENIO
  CONFUCIO EN 90 MINUTOS
 
Reseña Bibliográfica (13)                                      abril/2010
 
 
Armando Castillo Romero
 
 
Paul Strathern. Confucio en 90 minutos.
España: Siglo Veintiuno, 2004. 93 p.
Col. Filósofos en 90 Minutos.
Biografía-Divulgación
 
“Si el gobernante es recto, habrá obediencia sin necesidad de dar órdenes;
pero si no es recto, por mucho que mande no será obedecido”
            Confucio
 

 
            La colección “Filósofos en 90 minutos” abarca interpretaciones breves pero rigurosas sobre los más grandes pensadores de la humanidad. Tanto la filosofía como la vida de Confucio son divulgadas de una manera amena e interesante para el lector no especializado.

            Paul Strathern, profesa en Italia, y en su “Confucio”, nos da a conocer lo más característico de la vida y obra del Sócrates chino.

            Strathern, busca enfatizar el aspecto ETICO del Maestro oriental por antonomasia.
            Este librito de 93 páginas se divide en 4 capítulos, a las que se le suman algunas lecturas recomendadas y una cronología de la vida de Confucio.

            Uno de los principales retos a los que se enfrentan los estudiosos de Kungfutzu o la forma latinizada: Confucio, es saber un poco, siquiera un poco, sobre su vida.
            Sin embargo, de lo poco que conocemos de su vida y su obra, sabemos que el principal objetivo era convertir a sus pupilos en excelentes funcionarios del gobierno. Como dice Paul Strathern: “Durante más de dos mil años, sus enseñanzas proporcionaron reglas de conducta y alimento espiritual para administrativos, maestros, ministros y administradores que vivían en el seno del atrofiante conformismo del Imperio Chino”. “Hasta la revolución comunista de 1949, el confucianismo era casi sinónimo de la forma de la vida china”.
           
  
Vida y Obra de Confucio
            Confucio nació el 551 a.C. en el estado feudal de Lu. Cuando tenía tres años, su padre murió y fue educado por su madre. (Curiosamente los fundadores de filosofías y religiones fueron educados en familias monoparentales).
            La miseria estaba muy arraigada, desde el punto de vista de la escala oriental tradicional. Situación que ejercicio un profundo efecto en Confucio, lo que le impulso a impartir una dureza y sentido práctico a su pensamiento, que pocas veces perdió. Confucio pronto se dio cuenta que para que ese inenarrable sufrimiento cesara toda la noción de sociedad tendría que cambiar.
            Enfatiza el autor: Confucio fue el primero en formular este cliché tan frecuentemente ignorado. No fue hasta doscientos años después cuando los antiguos griegos comenzaron a cuestionarse este punto.
            Confucio, a diferencia de los antiguos griegos, no tuvo la oportunidad de tratar tales asuntos durante sus años formativos, por tanto su pensamiento continuó siendo eminentemente práctico.
            “La revolución que Confucio enseño era una revolución de actitud y de conducta: debemos de esforzarnos por cumplir nuestro papel de la forma más virtuosa posible”.
            El Sócrates chino se pronunció sobre éste y otros asuntos relacionados lo que le dio a sus seguidores mucho juego para la interpretación. Unos ejemplos:
“Los hombres íntegros actúan de forma diferente”
“Conocer lo que es justo y no practicarlo es una cobardía”.
            Aparentemente el Confucionismo poseía una falta de lógica (racional) que finalmente, en términos prácticos y socio-prudenciales, daba en el blanco, demostrando con ello que su “debilidad” en realidad era su auténtica fortaleza.
            Confucio siempre aspiro a una posición elevada en la administración pública de entonces para poner en practica sus ideas-prácticas, sin embargo, este aguafiestas por antonomasia siempre fue relegado por la oligarquía china.  
            Ante fracasos reiterados, Confucio decidió fundar una escuela cuyo propósito era enseñar a los administradores-políticos a gobernar. El ambiente de la “Academia” confuciana carecía de toda formalidad. Confucio conversaba con sus alumnos más que impartir cátedra. Ocasionalmente, nos dice Strathern, el maestro impartía un discurso, pero la mayoría de las lecciones consistían en sesiones de preguntas y respuestas.  
            Las respuestas del maestro solían tener la forma de reflexiones. “Mandar a la guerra a un pueblo sin haberlo instruido es abandonarlo a su suerte”. “El hombre superior es parco en hablar, pero dinámico en obrar”. “Si no cambias tus defectos, serás cada vez más imperfecto”.
Educar a los ciudadanos, era educar a parte de la clase gobernante.
            “Confucio fue sobre todo un enseñante moral. Siempre era sincero y desconfiaba de la elocuencia. Su objetivo era enseñar a sus alumnos a comportarse adecuadamente. Si deseaban gobernar a otras personas, primero debían aprender a gobernarse a sí mismos”. Pero el verdadero núcleo de sus enseñanzas se encuentra en el ámbito familiar: la virtud significa amar al prójimo. Este sentimiento moral, el más profundo de la humanidad fue articulado por Confucio más de quinientos años antes del nacimiento de Cristo. Y no fue concebido como un principio religioso. Confucio puede haber fundado una religión (el confucionismo), pero sus enseñanzas fueron religiosas per se. 
            En la época de Confucio, se consideraba la educación como una forma de aprender a comportarse, en lugar de adquirir un conocimiento específico.
            Sin duda alguna, Confucio creía tácitamente en algo. No era algo trascendente, pero servía para el mismo propósito que cualquier otra religión. Creía en el propósito moral de la humanidad. Tenemos la obligación, sostenía, de hacernos cada vez mejores, de ser lo más humanos posible y de convertirnos en mejores seres humanos. Era la suya una religión secular donde se buscaba la bondad únicamente por nuestro propio bien y no para evitar castigos “divinos”.
            Paul Strathern nos dice más sobre Confucio: El maestro trata específicamente su filosofía-política en el libro decimotercero de sus enseñanzas. Comienza dando consejos básicos muy sensatos: “Tzu-lu preguntó acerca del gobierno. El Maestro dijo: “Incita a los hombres con tu ejemplo”.
            “Tzu-lu pidió más precisión. El Maestro respondió: “Nunca cejes en el empeño”.
            Cuando se le preguntó cómo gobernar, Confucio replicó:”Se indulgente con los errores sin importancia y promueve a los hombres de talento”.
            “¿Pero cómo reconoceré a los hombres de talento?”
            El maestro dijo: “Promueve a los que reconozcas. A los que no reconozcas, seguirán por su propio impulso”.
            Pero el Maestro pronto trascendió de tales banalidades. Cuando se le preguntó lo primero que haría si estuviera a cargo del gobierno, Confucio replicó: “Lo primero que haría con certeza es que rectificaría los nombres”.
            “¿En serio? ¿Esto no es un despropósito?”
            “¡Qué ignorante eres! Cuando no sepas de algo, es mejor permanecer callado”. Después de amonestar a su desafortunado discípulo, Confucio continuó esbozando su teoría lingüística del gobierno: “Si los nombres no son correctos, cuanto se dice no tiene objeto alguno. Cuando no tiene objeto alguno, nada se puede hacer correctamente. Cuando nada se puede hacer correctamente, los rituales se desorganizan y la música se vuelve discordante, y los castigos son desacertados. Cuando los castigos son desacertados, nadie sabe a qué atenerse. Por tanto, sea lo que se piense, hay que ser capaz de comunicarlo. Y sea lo que se diga, hay que seer capaz de llevarlo a cabo. En lo que concierne al lenguaje, la precisión es de la mayor importancia. No hay que dejar nada que de lugar a una mala interpretación”.
            Un aspecto básico y vital de Confucio fue su habilidad como educador. El propósito principal de su escuela era producir sus ideas sociales y políticas en beneficio de los funcionarios civiles de su región.  
            La escuela confuciana influyo en Mao y en Zhou Enlai, arquitectos de la China moderna. Basta recordar lo que escribió Nixon en su libro “Líderes”:
            “Zhou Enlai era confuciano. Puede parecer incoherente que un líder comunista chino cite a Confucio como una autoridad, pero en el caso de Zhou era típico de él. Su educación le había imbuido las cualidades que según Confucio debía tener el “caballero” u ‘hombre superior’ que gobierna la sociedad: inteligencia, dignidad, gracia, amabilidad, resolución y energía”.
            Como se ha reiterado, Confucio era un excelente maestro, y muchos de sus alumnos acabaron siendo administradores de gran éxito. Sin embargo esa primera generación confuciana de capaces administradores educados no olvidó a su gran maestro ni sus enseñanzas. Formaron una especie de fraternidad masónica y su educación ciertamente afecto a su forma de vivir tanto como a su actitud hacia el trabajo. Se sembraron las primeras semillas de un progresismo. La virtud y la administración competente, no la codicia personal, eran las claves para el éxito.
            Estas enseñanzas e instrucción espiritual confuciana iba a conformar la educación básica de la clase mandarín que gobernaría la administración china durante más de dos mil años. Al igual que todas las jerarquías dominantes, término por fosilizarse.
            Como una última advertencia Confucio dijo antes de morir: “Quizá el destino de todos los funcionarios civiles sea ser gobernados por sabios o por idiotas”.
            En el año 479 a. C a los setenta y dos años Confucio yacía en su lecho de muerte.
            Para finalizar, recordemos lo que declaró Voltaire respecto de Confucio: “Respeto a Confucio. Fue el primer hombre que no recibió inspiración divina”. Es cuanto.▲
 
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