COLUMNAS DEL TERCER MILENIO
  Primera entrega
 
MOZART Un rompecabezas
-Primera entrega-
G.R.Salgador
 

 
De la joya que encontramos en forma de libro “Wolfgang Amadeus Mozart”, de los autores Jean y Briggite Massin, publicado por Turner, en 1970, mismo del que iremos transcribiendo algunos fragmentos interesantes respecto al tema de la Masonería en Mozart/Mozart en la Masonería.   Adicionando una referencia musical de los diferentes cd´s que han sido realizados con la obra masónica de Wolfgang.
 
24 de abril de 1784, Iniciación
“-Acaban de aparecer los cuartetos de un tal Pleyel*: es un alumno de Joseph Haydn*. Si no los conocéis todavía procurad conseguirlos; valen la pena. Están muy bien escritas y son muy agradables; conoceréis en ellos inmediatamente a su maestro-.
¡Buena y afortunada circunstancia para la música, si Pleyel fuera capaz, con el tiempo, de reemplazar a Haydn!
No hay en él ninguna adulación, ni tampoco envidia. En esta interiorización de sí mismo que representa para él su actual búsqueda de la expresión por el cuarteto, no cabe el más pequeño sentimiento de envidia; su búsqueda se sitúa a otra profundidad.
Es emocionante ver cómo se alegra, en abril de 1784, ante la aparición de aquel en el que quiere ver al sucesor de Haydn, cuando él mismo, algunos meses más tarde, durante el otoño e invierno siguientes termina uno después de otro, y como bajo el efecto de una fuerte presión interior, los tres últimos de la serie de seis cuartetos de dicados a Haydn (9 de noviembre de 1784-10 de enero de 1785-14 de enero de 1785).
¿Y es simple coincidencia si, el 14 de diciembre de 1784, entre el cuarto, y los quinto sexto cuartetos, Mozart realiza un acto y reviste para él la mayor importancia, y que no es ciertamente fruto de un impulso irreflexiva? Se adhiere a la Francmasonería y se hace iniciar en el grado de aprendiz en la logia vienesa de La Beneficencia Die Wohltätigkeit.
Hemos visto ya, en Mannheim, y después en Viena, la importancia de los contactos masónicos de Mozart. Importancia en cuanto a sus amistades importancia también en cuanto a sus reflexiones sobre la vida y sobre el arte. Que la logia en la que se hace iniciar hoy sea precisamente aquella de la que su viejo amigo Gemmingen es el fundador y el Venerable, es la prueba de que sus contactos no han cesado de influir sobre él y de fructificar en él. En su logia, y en las logias hermanas, se rodea de amigos a los que quiere y de maestros a los que admira, para no sentirse un extraño. Y sin duda se siente de entrada perfectamente cómodo para participar en unos trabajos y reflexionar en un espíritu que, sin él saberlo, estaban muy próximos a él, hacia ya mucho tiempo.
¿Cuándo ha empezado a sospechar que su lugar podría estar entre los masones? Estamos condenados a ignorarlo. La única pregunta que se plantea verdaderamente es para nosotros la siguiente: ¿La iniciación masónica de Mozart fue precedida o seguida por una iniciación en la orden de Los Iluminados? Entre sus amigos vieneses, Ignaz von Born, Joseph von Sonnen-fels, Gottfried van Swieten, Otto von Gemmingen, los dos condes de Cobenzl y algunos otros todavía están entre los más activos propagandistas del Iluminismo.
Es suficiente para que nos planteemos la pregunta, sin que en el estado actual de los documentos podamos recibir una respuesta firme.
Desde 1781, la orden de Los Iluminados se introduce en la Francmasonería, que contempla tres grados (novicio, minerval e iluminatus minor) por los cuales debe pasar el iluminado antes de entrar en la Francmasonería propiamente dicha, si todavía no pertenece a ella. No sería posible que Gemmingen o Van Swieten o cualquier otro, hubiera enrolado a Mozart en esta clase preparatoria, llamada >>el vivero<<, a partir de 1783, por ejemplo. En ese caso, la entrada de Mozart en la Francmasonería propiamente dicha revestiría una importancia mucho menor como etapa de su vida espiritual.
Confesamos no creer demasiado en esa hipótesis los que nos parece indiscutible es que toda la actividad masónica de Mozart está accionada por una simpatía profunda por aquellos de sus hermanos que son adeptos al Iluminismo, y por el espíritu del Iluminismo, espíritu progresista, antimístico, irreligioso, racionalista, socialmente y políticamente prerrevolucionario, y tendremos muchas ocasiones de demostrarlo. Pero no vemos a Wolfgang Mozart plegarse sin disgusto a las prácticas meticulosas y pueriles de la orden de Los Iluminados, a su disciplina burdamente calcada de la Compañía de Jesús y a su sistema de espionaje continuo. Sin poder llegar a una conclusión tajante, pensamos más bien que entrando en la Francmasonería realizaba, el 14 de diciembre de 1784, un acto que le hacía penetrar en un mundo nuevo para él mismo, y reemprender el conjunto de su vida con nuevas fuerzas y con una nueva luz.
El espíritu de la Francmasonería estaba, ya lo hemos dicho, muy cercano a él desde hacía mucho tiempo –al menos el espíritu de esta tendencia masónica penetrada por el pensamiento de la Aufklärung, y que se concretará en el Iluminismo. Pero a la manera en que el espíritu de una religión puede estar muy próximo al pensamiento de un hombre en los meses o en los años que preceden a su conversión a esta religión.
Se ha hablado mucho, después de Tertuliano, del Anima Naturalitis Cristiano.   Sería necesario, creemos, hablar de Anima Rationalitus Masonica en Mozart antes de su iniciación. Lo que explica su adhesión pero no quita nada del hecho decisivo de esta adhesión.
En realidad, nos parece que se trata de una conversión –no en el sentido sobrenatural, sino en el sentido psicológico del término, naturalmente- , y el trastorno afectivo del otoño de 1784, tal y como creemos adivinarlo, ha podido empujar la decisión final de su voluntad. Ya Mozart era un adepto de las aspiraciones del Sturm und Drang y de las convicciones racionales de la Aufklärung, apasionado de la libertad, la igualdad y la fraternidad, convencido de la necesidad de intercambios recíprocos y de un trabajo común para hacer progresar a la humanidad, avanzar las artes y las ciencias. Adhiriéndose a la Francmasonería, se compromete más profundamente y mas lúcidamente en este trabajo común, al mismo tiempo que recibe claridades espirituales –o que le parecen tales-, y un calor de amistad fraternal que influyen sobre él. En este sentido, se puede decir que, con su adhesión, a terminado de encontrarse a si mismo.
Son las obras del otoño de 1784 –principalmente la Sonata en Do Menor- las que rubrican la confusión afectiva previa.   Serán las obras de los siete últimos años de su vida. Los testimonios de los frutos de esta <conversión>, de la profundidad la intensidad de su vida de Masón. ¿quiere esto decir que su vida misma no se ha visto reflejada? El cuidado con el que ha sido escamoteada gran parte de su correspondencia desde diciembre de 1784 bastaría para sugerir lo contrario. Pero, puesto que la ruindad, la pusilanimidad o la estupidez de los testigos ha hecho desaparecer los documentos, forzosamente tenemos que remitirnos a los únicos documentos que permanecen, y que afortunadamente son los más importantes: la música.”
*Ignaz J. Pleyel (1757-1831), Masón
*Joseph Haydn (1732-1809), Masón
 
La obra musical:
MOZART: Jupiter Symphonie / Maurerische Trauermusik
Orfeo International, editado en 1983
CONTENIDO:
·         Sinfonía no. 41 en C mayor KV.551
·         Música Fúnebre Masónica en C menor K.477
 
DIRECTOR:
Eugen Jochum
INTERPRETES:
Orquesta Sinfónica de Bamberg
 
 

 
 
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