COLUMNAS DEL TERCER MILENIO
  MANUAL ORTODOXO DEL MAESTRO MASÓN
 
EN UN RINCÓN DE MI LIBRERO
g.r.salgador
 
“MANUAL ORTODOXO DEL MAESTRO MASÓN”
Autor: Luis Umbert Santos
Editorial Pax México, primera edición, mayo 1964.
 
“Es deber de los MAESTROS, observar y hacer observar las buenas prácticas, y todas aquellas sabias disposiciones que rigen en los países regularmente gobernados por ilustradas Potencias, celosas guardadoras y mantenedoras del esplendor de la Orden y de la pureza de sus dogmas y doctrinas.
El MAESTRO es elegible para todos los cargos de la Logia; para el de Venerable Maestro, empero, se requiere que el electo haya desempeñado el cargo de oficial y que cuente cuando menos un año de antigüedad en su grado…”
Luis Umbert Santos, el autor, un clásico en la bibliografía masónica, llega a mi librero después de una incursión a un changarro de libros usados, allá por 1994 si la memoria no me falla. El local se ubicaba sobre la Avenida Cuauhtémoc en la Ciudad de México; en la acera de enfrente dominaba la vista la pulquería “La Hija de los Apaches”, visitada frecuentemente por glorias del boxeo mexicano: El Púas Olivares y Pipino Cuevas, hasta Ultiminio Ramos –cubano-mexicano-.
Cuando nuestro hermano Umbert publicó esta obra, yo contaría con -2 años aproximadamente. 30 años después de esa primera edición llegó a mis manos el libro, justo 24 meses después de haber sido iniciado en nuestros augustos misterios.
He querido recobrar para nuestra publicación electrónica COLUMNAS EN LÍNEA, pero sobre todo para los jóvenes Maestros Masones, para todos aquellos quienes formamos parte de la Orden, y como cultura e instrucción masónica en lo particular, el capítulo que trata de la:
MISIÓN DEL VENERABLE MAESTRO
“Muchos maestros llegan a la Veneratura sin la preparación necesaria para ocupar dicho cargo, circunstancia que les lleva al mayor de los fracasos, y los fracasos en la Francmasonería, son fatales bajo todos conceptos.
La misión de un Venerable Maestro es
I.               Darse cuenta exacta de las responsabilidades que tiene contraídas en orden a la buena marcha y progreso de la Logia cuya dirección le está encomendada.
II.             Organizar con los elementos más serios, entusiastas y mejor preparados Cuerpos Consultivos que contribuyan a resolver los problemas internos de la Logia y procuren el mejoramiento de ésta, sin perjuicio de que sea ella la que resuelva en definitiva de su destino dentro del más puro sentido democrático.
III.           No olvidar su deber en cuanto a conservar el orden y la disciplina de los componentes del Taller, dentro del más alto concepto de fraternidad.
IV.          Procurar que en el seno de la Logia lleguen elementos seleccionados por su educación, sentido de responsabilidad, de conducta inobjetable, y capaces de cumplir con sus deberes, teniendo en cuenta, para esto, que lo que la Francmasonería necesita es calidad y no cantidad entre sus componentes.
V.            Que la Logia formule un programa de trabajo y no queden estos sujetos al ocaso o a su capricho.
VI.          Evitar toda discusión cansada, molesta, personalista o antifraternal, llamando al orden a los oradores, pertenezcan o no al Taller; que los discursos sean breves y concisos, evitar repeticiones o digresiones inútiles fuera de las cuestiones a debate.
VII.        Mantener siempre el equilibrio entre los hermanos, cualesquiera que sean sus principios filosóficos u opiniones políticas, sociales, económicas, que sustenten.
VIII.    No olvidar nunca, ni en ningún caso, la obligatoriedad de las enseñanzas masónicas en el seno del Taller, en una forma breve y esencial.
IX.           Comenzar los trabajos precisamente a la hora señalada, dando los dignatarios y demás oficiales y con ellos los Maestros, ejemplo de puntualidad.
X.             Procurar que los trabajos concluyan a la hora señalada, para evitar que los Hermanos que necesitan comenzar sus labores profanas a primera hora del día siguiente, tengan el descanso reparador suficiente.
XI.           Imprimir a los trabajos la mayor agilidad y amenidad posible, para que estos no constituyan una tortura para los presentes. Provocar el mayor entusiasmo e interés en los concurrentes.
XII.         Dar participación en los trabajos a todos los Hermanos, por modestos y humildes que sean, ya encomendándoles el desempeño de comisiones y consultándoles opiniones aunque estas sean expuestas en forma breve y sencilla o señalándoles temas para su desarrollo, de acuerdo con sus capacidades y grado de cultura.
XIII.     Mostrarse un hombre afable, austero, perseverante, con mucho celo masónico y espíritu de sacrificio y cooperación, constituyendo un ejemplo digno de ser imitado.
XIV.    No olvidar que su comportamiento masónico y su vida privada constituyen el espejo en el cual han de mirarse todos los hermanos del Taller.
XV.        Enseñar el móvil que sustenta la Francmasonería, de tal manera que los Hermanos se aparten de otro sistema de trabajo que sólo da lugar a la pérdida de tiempo e interés que les llevó a la Logia. Si por principio de cuentas, se anhela conseguir el mejor perfeccionamiento espiritual de los agremiados, es a todas luces conveniente y necesario demostrar que la Francmasonería es una escuela de virtudes y de instrucción y no un lugar de refugio y desbordamiento de pasiones que orille a la desunión.
XVI.    Tener presente que la labor de la cámara de Aprendiz es de trabajo activo, de cultivo intelectual, de investigación, de constante aprendizaje, porque el masón es siempre un Aprendiz que debe modelarse con arreglo a la instrucción que tiende al conocimiento de la verdad, y como la cámara de Aprendiz es en la que generalmente se trabaja, es lógico considerarla como el verdadero centro de estudio, aboliendo tratar asuntos que carecen de interés o de utilidad y provecho.
XVII. Evitar en las discusiones, el tono agrio, la réplica hiriente y mordaz al defender o impugnar una idea o un principio doctrinario, porque son causas de que los Hermanos sintiéndose ofendidos o incomprendidos, dejen de asistir al Taller. Con pensar siempre que la Tolerancia es un atributo masónico, bien pueden desaparecer este mal. No hay que olvidar que para adquirir el hábito de la tolerancia y el espíritu de la fraternidad, es necesario contar con educación e instrucción masónica.
No puede ser Venerable Maestro, el Maestro envidioso, el apasionado, el rencoroso, el intrigante.
No puede ni debe ser Venerable Maestro, el que hace alarde y abusa de su inteligencia.
No puede ser ni debe ser Venerable Maestro, el que pide, suplica o en cualquier forma gestiona recibir esa gracia.
No puede ni debe ser Venerable Maestro, el masón indiferente, el falto de entusiasmo y de espíritu.
No puede ni debe ser Venerable Maestro de una Logia el que en su corazón no se siente masón, antes que cualquiera otra cosa del mundo; masón indiscreto, el injusto, el inmoral y el disipado.
El candidato para Venerable Maestro, es aquel masón que no pide el puesto; que no lo trabaja; que no lo insinúa, y que aspirando al puesto como un Ideal, no se cree merecedor de él.
¡Sentirse sin mérito para un puesto de distinción preeminente, es apreciar la dignidad del cargo y empezar a ser acreedor al mismo!”.
….Y de ahí para adelante queridos y venerable hermanos, todo lo que en construcción y fortalecimiento de la Institución Masónica queramos agregar ¡¡SERÁ BIENVENIDO!!
 
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